viernes, 21 de noviembre de 2008

¿Humpty Dumpty?

«—Cuando yo empleo una palabra —insistió Humpty Dumpty en tono desdeñoso— significa lo que yo quiero que signifique... ¡ni más ni menos!
—La cuestión está en saber —objetó Alicia— si usted «puede» conseguir que las palabras signifiquen tantas cosas diferentes.
—La cuestión está en saber —declaró Humpty Dumpty— quién manda aquí... ¡si ellas o yo!

Lewis Carroll, A través del espejo, capítulo VI.


¿Podré, en mí, eliminar todo rastro de esa contagiosa actitud de Humpty Dumpty? Lo intento.

Ya lo presentí al levantarme, y dejé constancia aquí "hoy hace una mañana estupenda". Es de agradecer a la vida la capacidad que ésta tiene de sorprendernos, incluso en las pequeñas cosas que en el día a día nos acontecen. Hay mil maneras de afrontar la novedad.

Dejé un comentario de carácter interrogativo, y en el que se evidenciaba mi extrañeza-discrepancia, en un blog que vengo siguiendo. Más o menos tres horas más tarde fui a ver si me habían contestado. El autor de dicho blog, por toda respuesta, eliminó mi comentario. Bien. Esa es mi sorpresa. Sus razones tendrá para hacerlo. Yo mantengo que si un blog admite comentarios deberá permitir, siempre que no haya insultos o malos modos, las discrepancias. En ese comentario mío ¿habría salido a relucir el Humpty Dumpty que llevo agazapado a mi pesar? Puede ser.
No hace mucho tiempo, alguien que me conoce bastante (mis muchas imperfecciones, y seguro que también conoce alguna de mis pocas virtudes), dejó en mi blog un comentario agrio, duro y dándome en toda la línea de flotación; sabía cómo hacerlo. Me llevé un susto grande. ¿Cómo responderle? Podría, aunque yo no lo considero así, tener razón, su razón; tanto fue así que para escarnio mío aquel escabroso comentario lo subí al blog, tal cual, con el fin de que cada vez que abriese mi blog, al ver esos ataques personales, tuviese más en cuenta a los posibles lectores. Ocurrió que al día siguiente recibo un correo del autor de aquel caliente comentario en el cual me pedía disculpas, que se le había calentado el ánimo... A cualquiera nos puede pasar. Por supuesto, acepté las disculpas y consideré oportuno retirar la entrada que contenía dicho recalentado comentario además de eliminarlo de la sección de comentarios. Aquí paz y después gloria. Así acostumbro a proceder. Otros eliminan las discrepancias. Tendrán sus razones, y bien fudamentadas, seguro. Cuánto tengo que aprender, señor, señor.

No hay comentarios: