martes, 24 de junio de 2008

¿Vamos al museo o al teatro?


Diego Velázquez de Silva, Mujer cosiendo, 1650.

«No he llegado al fondo de las Meninas» declaraba hace pocos días en una entrevista Jonathan Brown (Springfield, Massachusetts, 1939), uno de los grandes especialistas en Velázquez del mundo. El arte es vida que consume tiempo muy lentamente; tal vez por ello su vigencia puede alcanzar mucho más alla —gracias a las técnicas de registro— de lo que su materialidad resista.

El ejercicio de mirar para lograr ver, requiere tiempo (el tiempo nace con el aburrimiento, escribió Novalis); y, tememos en demasía a la quietud más mínima ¡no vaya a ser que nos haga pensar!

Todo el público sometido a la lógica económica de la moda, de la cual depende de hacer que parezca absurdo lo que no se lleva. En ello no pocos de nuestros museos gastan ingentes cantidades de energías y dineros. Parece que desean que no pensemos: nos muestran una obra ¡y a las pocas semanas va y nos la retiran! Ellos también ayudando a que pasemos de ciudadanos a consumidores. Muy bonito, muy bonito; gracias, muchas gracias.

El espectáculo al escenario y la reflexión al museo. Bueno sería que así lo entendiese el equipo del CGAC, y no se crean, vale también para la dinámica actual de casi todos los museos. Sr. Olveira eso que usted escribe «Coverter o entusiasmo en realidade» exactamente ¿qué quiere decir?; si hay entusiamo, lo de convertirlo en... ¡puro teatro! Pero, ¡qué loquitos estamos!

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